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Análisis noticioso
Un Hizbulá maltrecho y disminuido acepta un alto al fuego
Hizbulá no solo ha quedado aislado y debilitado, también debe responder ante sus compatriotas por una costosa guerra.

Reportando desde Beirut.
Durante años, Hizbulá dijo a los libaneses que solamente este grupo podía defenderlos de Israel. Decía tener armas potentes y comandos curtidos que desatarían “sorpresas” mortales si comenzaba una guerra. Y aseguró a sus seguidores que una alianza regional de milicias apoyadas por Irán intervendría para apoyarlos en la batalla.
Esos mitos se han destrozado.
Tras 13 meses de guerra, Hizbulá firmó el miércoles un alto al fuego con Israel que le costará convencer a cualquiera, salvo a sus más fervientes partidarios, de que no es en realidad una derrota.
La tregua de 60 días, que se supone sienta las bases para un alto al fuego más duradero, entra en vigor después de tres meses de ataques israelíes fulminantes que han sumido a la organización en el caos.
Una infiltración profunda de los servicios de inteligencia permitió a Israel asesinar a muchos dirigentes de alto rango, incluido el que fue secretario general de Hizbulá durante 32 años, Hassan Nasrallah. Israel bombardeó las comunidades más leales del grupo, lo que obligó a cientos de miles de personas a huir y provocó la destrucción de decenas de poblados y, por lo tanto, generó una situación en la que muchas personas no tengan hogares a los que regresar de manera inmediata.
Y la fatídica decisión de Hizbulá de no consultar a nadie antes de disparar cohetes contra Israel, que desencadenó un conflicto que se convirtió en la guerra más mortífera de Líbano en décadas, ha dejado al grupo aislado en el país y en todo Medio Oriente, y Líbano se enfrenta a una suma desorbitada de dinero para la reconstrucción.
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